A la católica majestad de Paul Verlaine

Padre viejo y triste, rey de las divinas canciones:
son en mi camino focos de una luz enigmática
tus pupilas mustias, vagas de pensar y abstracciones,
y el límpido y noble marfil de tu testa socrática.

Flota, como el tuyo, mi afán entre dos aguijones:
alma y carne; y brega con doble corriente simpática
para hallar la ubicua beldad con nefandas uniones,
y después expía y gime con lira hierática.

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Amiga, mi larario está vacío

Amiga, mi larario esta vacío:
desde que el fuego del hogar no arde,
nuestros dioses huyeron ante el frío;
hoy preside en sus tronos el hastío
las nupcias del silencio y de la tarde.

El tiempo destructor no en vano pasa;
los aleros del patio están en ruinas;
ya no forman allí su leve casa,
con paredes convexas de argamasa
y tapiz del plumón, las golondrinas.

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Autobiografía

¿Versos autobiográficos ? Ahí están mis canciones,
allí están mis poemas: yo, como las naciones
venturosas, y a ejemplo de la mujer honrada,
no tengo historia: nunca me ha sucedido nada,
¡oh, noble amiga ignota!, que pudiera contarte.

Allá en mis años mozos adiviné del Arte
la armonía y el ritmo, caros al musageta,
y, pudiendo ser rico, preferí ser poeta.

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Azrael

Azrael, abre tu ala negra, y honda,
cobíjeme su palio sin medida,
y que a su abrigo bienechor se esconda
la incurable tristeza de mi vida.

Azrael, ángel bíblico, ángel fuerte,
ángel de redención, ángel sombrío,
ya es tiempo que consagres a la muerte
mi cerebro sin luz: altar vacío…

Azrael, mi esperanza es una enferma;
ya tramonta mi fe; llegó el ocaso,
ven, ahora es preciso que yo duerma…
¿Morir…, dormir…, dormir…?

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Bon soir

«¡Donc bon soir, mon mignon et a demain!»

( Palabras que Ana me dejó escritas una noche
en que tuvimos que separarnos. )

¡Buenas noches, mi amor, y hasta mañana!
Hasta mañana, sí, cuando amanezca,
y yo, después de cuarenta años
de incoherente soñar, abra y estriegue
los ojos del espíritu,
como quien ha dormido mucho, mucho,
y vaya lentamente despertando,
y, en una progresiva lucidez,
ate los cabos del ayer de mi alma
( antes de que la carne la ligara )
y del hoy prodigioso
en que habré de encontrarme, en este plano
en que ya nada es ilusión y todo
es verdad…
¡Buenas noches, amor mío,
buenas noches!

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Cobardía

Pasó con su madre. ¡Qué rara belleza!
¡Qué rubios cabellos de trigo garzul!
¡Qué ritmo en el paso! ¡Qué innata realeza
de porte! ¡Qué formas bajo el fino tul…

Pasó con su madre. Volvió la cabeza:
¡me clavó muy hondo su mirada azul!

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Deidad

Como duerme la chispa en el guijarro
y la estatua en el barro,
en ti duerme la divinidad.
Tan sólo en un dolor constante y fuerte
al choque, brota de la piedra inerte
el relámpago de la deidad.

No te quejes, por tanto, del destino,
pues lo que en tu interior hay de divino
sólo surge merced a él.

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Dormir

¡Yo lo que tengo, amigo, es un profundo
deseo de dormir!… ¿Sabes?: el sueño
es un estado de divinidad.
El que duerme es un dios… Yo lo que tengo,
amigo, es gran deseo de dormir.

El sueño es en la vida el solo mundo
nuestro, pues la vigilia nos sumerge
en la ilusión común, en el océano
de la llamada «Realidad».

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El torbellino

«Espíritu que naufraga
en medio de un torbellino,
porque manda mi destino
que lo que no quiero haga;

»frente al empuje brutal
de mi terrible pasión,
le pregunto a mi razón
dónde están el bien y el mal;

»quién se equivoca, quién yerra;
la conciencia, que me grita:
¡Resiste!, llena de cuita,
o el titán que me echa en tierra.

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En paz

Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, vida,
porque nunca me diste ni esperanza fallida,
ni trabajos injustos, ni pena inmerecida;

porque veo al final de mi rudo camino
que yo fui el arquitecto de mi propio destino;

que si extraje las mieles o la hiel de las cosas,
fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas:
cuando planté rosales, coseché siempre rosas.

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Espacio y tiempo

Espacio y tiempo, barrotes
de la jaula
en que el ánima, princesa
encantada,
está hilando, hilando cerca
de las ventanas
de los ojos (las únicas
aberturas por donde
suele asomarse, lánguida).

Espacio y tiempo, barrotes
de la jaula;
ya os romperéis, y acaso
muy pronto, porque cada
mes, hora, instante, os mellan,
¡y el pájaro de oro
acecha una rendija para tender las alas!

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Gratia plena

Todo en ella encantaba, todo en ella atraía
su mirada, su gesto, su sonrisa, su andar…
El ingenio de Francia de su boca fluía.
Era llena de gracia, como el Avemaría.
¡Quien la vio, no la pudo ya jamás olvidar!

Ingenua como el agua, diáfana como el día,
rubia y nevada como Margarita sin par,
el influjo de su alma celeste amanecía…
Era llena de gracia, como el Avemaría.

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Jesús

Jesús no vino del mundo de «los cielos».
Vino del propio fondo de las almas;
de donde anida el yo: de las regiones
internas del Espíritu.

¿Por qué buscarle encima de las nubes?
Las nubes no son el trono de los dioses.

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Kalpa

En todas las eternidades
que a nuestro mundo precedieron,
¿cómo negar que ya existieron
planetas con humanidades;

y hubo Homeros que describieron
las primeras heroicidades,
y hubo Shakespeares que ahondar supieron
del alma en las profundidades?

Serpiente que muerdes tu cola,
inflexible círculo, bola
negra que giras sin cesar,
refrán monótono del mismo
canto, marea del abismo,
¿sois cuento de nunca acabar?…

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La canción de Flor de Mayo

Flor de Mayo, como un rayo
de la tarde, se moría…
Yo te quise, Flor de Mayo,
tú lo sabes; ¡pero Dios no lo quería!

Las olas vienen, las olas van,
cantando vienen, cantando irán.

Flor de Mayo ni se viste
ni se alahaja ni atavía;
¡Flor de Mayo está muy triste!

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La puerta

Por esa puerta huyó, diciendo: «¡Nunca!»
Por esa puerta ha de volver un día…
Al cerrar esa puerta, dejó trunca
la hebra de oro de la esperanza mía.
Por esa puerta ha de volver un día.

Cada vez que el impulso de la brisa,
como una mano débil, indecisa,
levemente sacude la vidriera
palpita más aprisa, más aprisa
mi corazón cobarde que la espera.

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La sombra del ala

Tú que piensas que no creo
cuando argüimos los dos,
no imaginas mi deseo,
mi sed, mi hambre de Dios;

ni has escuchado mi grito
desesperante, que puebla
la entraña de la tiniebla
invocando al Infinito;

ni ves a mi pensamiento,
que empeñado en producir
ideal, suele sufrir
torturas de alumbramiento.

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Madrigal

Por tus ojos verdes yo me perdería,
sirena de aquellas que Ulises, sagaz,
amaba y temía.
Por tus ojos verdes yo me perdería.

Por tus ojos verdes en lo que, fugaz,
brillar suele, a veces, la melancolía;
por tus ojos verdes tan llenos de paz,
misteriosos como la esperanza mía;
por tus ojos verdes, conjuro eficaz,
yo me salvaría.

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Me besaba mucho

Me besaba mucho, como si temiera
irse muy temprano… Su cariño era
inquieto, nervioso. Yo no comprendía
tan febril premura. Mi intención grosera
nunca vio muy lejos
¡Ella presentía!
Ella presentía que era corto el plazo,
que la vela herida por el latigazo
del viento, aguardaba ya…, y en su ansiedad
quería dejarme su alma en cada abrazo,
poner en sus besos una eternidad.

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Mi secreto

¿Mi secreto? ¡Es tan triste! Estoy perdido
de amores por un ser desaparecido,
por un alma liberta,
que diez años fue mía, y que se ha ido…
¿Mi secreto? Te lo diré al oído:
¡Estoy enamorado de una muerta!

¿Comprendes -tú que buscas los visibles
transportes, las reales, las tangibles
caricias de la hembra, que se plasma
a todos tus deseos invencibles-
ese imposible de los imposibles
de adorar a un fantasma?

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