Amémonos

Bajo las alas rosa de este laurel florido,
amémonos. El viejo y eterno lampadario
de la luna ha encendido su fulgor milenario
y este rincón de hierba tiene calor de nido.

Amémonos. Acaso haya un fauno escondido
junto al tronco del dulce laurel hospitalario
y llore al encontrarse sin amor, solitario,
mirando nuestro idilio frente al prado dormido.

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Rebelde

Caronte: yo seré un escándalo en tu barca.
Mientras las otras sombras recen, giman o lloren,
y bajo tus miradas de siniestro patriarca
las tímidas y tristes, en bajo acento, oren,

Yo iré como una alondra cantando por el río
y llevaré a tu barca mi perfume salvaje,
e irradiaré en las ondas del arroyo sombrío
como una azul linterna que alumbrara en el viaje.

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Regreso

¿En qué silente cinturón de espuma
se oculta ahora la promesa yerta?
¿Tras de qué muro o entornada puerta
gime mi mundo?

¿Qué hora, qué mañana entre tumultos
de sol y risa, ya de cara al gozo,
me traerá su jazmín más primoroso
con la sortija mágica del rumbo?

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Salvaje

Bebo el agua limpia y clara del arroyo
y vago por los campos teniendo por apoyo
un gajo de algarrobo liso, fuerte y pulido
que en sus ramas sostuvo la dulzura de un nido.

Así paso los días, morena y descuidada,
sobre la suave alfombra de la grama aromada.

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¿Sueño?

¡Beso que ha mordido mi carne y mi boca
con su mordedura que hasta el alma toca!
¡Beso que me sorbe lentamente vida
como una incurable y ardorosa herida!

¡Fuego que me quema sin mostrar la llama
y que a todas horas por más fuego clama!

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Supremo triunfo

Estoy ahora impregnada toda yo de dulzura.
Desde que me besaste, toda yo soy amor.
Y en la vida y la muerte, en lecho y sepultura,
ya no seré otra cosa que amor, amor, amor….

En la carne y el alma, en la sombra y los huesos,
ya no tendré más nunca otro olor y sabor,
que el sabor y el perfume que he absorbido a tus besos;
me has dado una fragancia, tersa y viva, de flor.

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Vida aldeana

Iremos por los campos, de la mano,
a través de los bosques y los trigos,
entre rebaños cándidos y amigos,
sobre la verde placidez del llano,

para comer el fruto dulce y sano
de las rústicas vides y los higos
que coronan las tunas.

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Hora ciega

Quisiera abrir mis venas bajos los durazneros,
en aquel distraído verano de mi boca.
Quisiera abrir mis venas para buscar tus rastros,
lenta rueda comida por agrias amapolas.

Yo te ignoraba fina colmena vigilante.
Río de mariposas naciendo en mi cintura.

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Isotermia

Te supe un condenado otoño
al ras de las cortezas
en el sinuoso curso de meandros

Choque brutal de pupilas perplejas
vorágine apretando estupro con el cielo
acunándonos el vértigo Iniciados babilonios

te supe a media voz Con un deseo mágico
rozándonos tobillos los secretos más
profundos del pecado

Sabía que existías
que te extendías grave en severos firmamentos
que conjugabas hechizos y serpientes

Que mecías tu cuerpo entre sombras ajenas y neblina
que tu gula era salvaje
que te enviaba Belili el infernal

Me convenció tu juego irreverente
tu descarnada afrenta Tu azul arcano
tu ser de sorpresiva ráfaga encantador heraldo

Y pregunté mil cosas esa noche
Era otoño Contestabas de perfil
repasando obrajes de tu lengua por mis labios

Desbaratamos trágicas hipótesis empanadas ordalías
amable triunfó la rosa de los vientos
y mi mano fue a tu mano

Sentimos nos unía la línea el tiempo el color
Robando el paraíso lo trepamos entre estelas jeroglíficas
colmamos tabernáculos de Ishtar con corderos y un buey blanco

Ondulando recíprocos por una ciencia infusa
por una rara geometría acortando distancias de mortales
ufanos entre sables curvos propicia luna vino en cráteras

Tu calor era regresando del exilio
Incontenidas pasiones estallaban las arterias
Isotérmicos derruimos prologales muros del temor o la vergüenza

Aquella noche la primera Era otoño
Estación para gente de «savoir vivre» de «savoir faire»
Nosotros

Aquella vez se perdieron tus ojos en los míos
y yo sin detener el alma
logré despedazar a tu tristeza

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Pasión y muerte de la luz

VIII
Mi entraña mereció, panal mestizo,
la incorruptible ley de tu voluta.
En cada nervio de clavel o fruta
un embozado arroyo de granizo.

La abeja por mi sangre se deshizo.
Vi las raíces de tu isla enjuta,
y el atisbo tenaz de la cicuta
mezcló a tu piel su aroma fronterizo.

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Trino y uno

II
Después de tantos mares donde se deshojaron
en otoños de espuma los leves rostros muertos
y fueron como sombras de incendiados marfiles
a plegarse en el fondo de dormidos espejos,
aquel sol de violetas y oro decapitado
que invadió sordamente la raíz de tu pecho
y trepó hasta tus ojos con moradas espinas,
y hasta tu voz con ácidos aguijones de hielo.

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Tú, has vuelto

Dame la mano ángel
sin heridas.
Piedra, dame tu esquivo corazón sin arrugas.
Nube, dame tu rostro de repentina fruta.

Hermanos, sostenedme
la alegría.
Temo que la ceniza me invada de repente.
Voy a caer sin sangre, van a volar mis sienes.

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Tú, por mi pensamiento

¿Que se estiró la tierra
hasta el gemido?
¿Que fue el cielo sonando sus campanas azules
desde el pálido sueño a la sangre que sufre?

¿Que se ha cruzado un río,
llanto y llanto?
¿Que se han cruzado veinte galopes de cristales,
con sus veinte misterios llenos de claridades?

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Visiones

XVIII
Las madres allí están, desde allí miran
las polvorientas, las hundidas madres,
secas fuentes del hijo,
los vientres desfondados,
los arrugados muslos como perlas marchitas,
largos lirios quemados por las lágrimas
en un aire que gime como los moribundos,
aire que huele a la perdida sangre
en que los hijos nadan
antes de entrar en el combate de oro,
cuando estrenen su casa de temblores
vistiendo el tenebroso
ropaje del perfecto paraíso.

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Amor sádico

Ya no te amaba, sin dejar por eso
de amar la sombra de tu amor distante.
Ya no te amaba, y sin embargo, el beso
de la repulsión nos unió un instante…

Agrio placer y bárbaro embeleso
crispó mi faz, me demudó el semblante,
ya no te amaba, y me turbé, no obstante,
como una virgen en un bosque espeso.

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Bromuro

Burlando con frecuencia el vasallaje
de la tutela familiar en juego,
nos dimos citas, a favor del ciego
azar, en el jardín, tras el follaje…

Frufrutó de aventura tu aéreo traje,
sugestivo de aromas y de espliego…
y evaporada entre mis brazos, luego,
soñaste mundos de arrebol y encaje…

Libres de la zozobra momentánea
-sin recelarnos de emergencia alguna-
en los breves silencios, oportuna

te abandonabas a mi fe espontánea;
y sobre un muro, al trascender, la luna
nos denunciaba en frágil instantánea.

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Consagración

Surgió tu blanca majestad de raso,
toda sueño y fulgor, en la espesura;
y era en vez de mi mano -atenta al caso-
mi alma quien oprimía tu cintura…

De procaces sulfatos, una impura
fragancia conspiraba a nuestro paso,
en tanto que propicio a tu aventura
llenóse de amapolas el ocaso.

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El abrazo pitagórico

Bajo la madreselva que en la reja
filtró su encaje de verdor maduro,
me perturbaba en el claroscuro
de la ilusión, en la glorieta añeja…

Cristalizaba un pájaro su queja…
Y entre el húmedo incienso de sulfuro
la luna de ámbar destacó al bromuro
el caserío de rosada teja…

¡Oh, Sumo Genio de las cosas!

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Idealidad exótica

Tal la exangüe cabeza, trunca y viva,
de un mandarín decapitado, en una
macábrica ficción, rodó la luna
sobre el absurdo de la perspectiva…

Bajo del velo, tu mirada bruna
te dio el prestigio de una hunrí cautiva;
y el cocodrilo, a flor de la moruna
fuente, cantó su soledad esquiva.

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El alba

Humean en la vieja cocina hospitalaria
los rústicos candiles… Madrugadora leña
infunden una sabrosa fragancia lugareña;
y el desayuno mima la vocación agraria…

Rebota en los collados la grita rutinaria
del boyero que a ratos deja la yunta y sueña…
Filis prepara el huso.

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El ama

Erudita en lejías, doctora en la compota,
y loro en los esdrújulos latines de la misa,
tal ágil viste un santo, que zurce una camisa,
en medio de una impávida circunspección devota…

Por cuanto el señor cura es más que un hombre, flota
en el naufragio unánime su continencia lisa…
y un tanto regañona, es a la vez sumisa,
con los cincuenta inviernos largos de su derrota.

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El baño

Entre sauces que velan una anciana casuca,
donde se desvistieron devorando la risa,
hacia el lago, Foloe, Safo y Cores, deprisa
se adelantan en medio de la tarde caduca.

Atreve un pie Foloe, bautízase la nuca
y ante el espejo de ámbar arróbase indecisa;
meneando el talle, Safo respinga su camisa
y corre, mientras Ceres gatea y se acurruca…

Después de agrias posturas y esperezos felinos,
gimiendo un ¡ay!

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El despertar

Alisia y Cloris abren de par en par la puerta
y torpes, con el dorso de la mano haragana,
restréganse los húmedos ojos de lumbre incierta,
por donde huyen los últimos sueños de la mañana. ..

La inocencia del día se lava en la fontana,
el arado en el surco vagaroso despierta,
y en torno de la casa rectoral, la sotana
del cura se pasea gravemente en la huerta…

Todo suspira y ríe.

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Epitalamio ancestral

Con la pompa de brahmánicas unciones,
abrióse el lecho de sus primaveras,
ante un lúbrico rito de panteras,
y una erección de símbolos varones…

Al trágico fulgor de los hachones,
ondeó la danza de las bayaderas
por entre una apoteosis de banderas
y de un siniestro trueno de leones.

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Éxtasis

Bion y Lucina, émulos en fervoroso alarde,
permútanse fragantes uvas, de boca a boca;
y cuando Bion ladino la ebria fruta emboca
finge para que el juego lánguido se retarde…

Luego ante el oportuno carillón de la tarde,
que en sus almas, perdidas inocencias evoca,
como una corza tímida tiembla el amor cobarde,
y una paz de los cielos el instinto sofoca…

Después de un tiempo inerte de silencioso arrimo,
en que los dos ensayan la insinuación de un mimo,
ella lo invade todo con un suspiro blando;

¡Y él, que como una esencia gusta el sabroso fuego,
raya un beso delgado sobre su nuca, y ciego
en divinos transportes la disfruta soñando!

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Fecundidad

«¡Adán, Adán, un beso!», dijo, y era
que en una dolorosa sacudida,
el absurdo nervioso de la vida
le hizo temblar el dorso y la cadera…

El iris floreció como una ojera
exótica. Y el «¡ay!» de una caída
fue el más dulce dolor.

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Fiat lux

Sobre el rojo diván de seda intacta,
con dibujos de exótica graminea,
jadeaba entre mis brazos tu virgínea
y exangüe humanidad de curva abstracta…

Miró el felino con sinuosa línea
de opalo; y en la noche estupefacta,
desde el jardín, la Venus curvilínea
manifestaba su esbeltez compacta.

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Génesis

Los astros tienen las mejillas tiernas…
La Luna trunca es una paradoja
espectro humana. Proserpina arroja
su sangre al mar. Las horas son eternas.

Júpiter en la orgía desenoja
su ceño absurdo; y junto a las cisternas,
las Ménades, al sol que las sonroja,
arman la columnata de sus piernas.

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Idilio espectral

Pasó en un mundo saturnal; yacía
bajo cien noches pavorosas, y era
mi féretro el Olvido… Ya la cera
de tus ojos sin lágrimas no ardía.

Se adelantó el enterrador con fría
desolación. Bramaba en la ribera
de la morosa eternidad, la austera
Muerte hacia la infeliz Melancolía.

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La iglesia

En un beato silencio el recinto vegeta.
Las vírgenes de cera duermen en su decoro
de terciopelo lívido y de esmalte incoloro;
y San Gabriel se hastía de soplar la trompeta…

Sedienta, abre su boca de mármol la pileta.
Una vieja estornuda desde el altar al coro…
Y una legión de átomos sube un camino de oro
aéreo, que una escala de Jacob interpreta.

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La noche

La noche en la montaña mira con ojos viudos
de cierva sin amparo que vela ante su cría;
y como si asumiera un don de profecía,
en un sueño inspirado hablan los campos rudos.

Rayan el panorama, como espectros agudos,
tres álamos en éxtasis… Un gallo desvaría,
reloj de media noche.

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La sombra dolorosa

Gemían los rebaños. Los caminos
llenábanse de lúgubres cortejos;
una congoja de holocaustos viejos
ahogaba los silencios campesinos.

Bajo el misterio de los velos finos,
evocabas los símbolos perplejos,
hierática, perdiéndote a lo lejos
con tus húmedos ojos mortecinos.

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Nirvana crepuscular

Con su veste en color de serpentina,
reía la voluble Primavera…
Un billón de luciérnagas de fina
esmeralda, rayaba la pradera.

Bajo un aire fugaz de muselina,
todo se idealizaba, cual si fuera
el vago panorama, la divina
materialización de una quimera…

En consustaciación con aquel bello
nirvana gris de la Naturaleza,
te inanimaste… Una ideal pereza

mimó tu rostro de incitante vello,
y al son de mis suspiros, tu cabeza
durmióse como un pájaro en mi cuello!…

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Numen

Mefistófela divina,
miasma de fulguración,
aromática infección
de una fístula divina…
¡Fedra, Molocha, Caína,
cómo tu filtro me supo!
¡A ti – ¡Santo Dios! – te cupo
ser astro de mi desdoro;
yo te abomino y te adoro
y de rodillas te escupo!

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Cuento

Se enamoró de Aquiles la Tortuga
y fingió huir de él para atraerlo.

Cuenta el cruel Zenón que esa tortuga
no perdió nunca la virginidad.

Pero Cantor,
Bolzano,
Weierstrass,
rehabilitaron para siempre al héroe.

Otra versión (no menos conocida)
asegura que éste no alcanzó a la Tortuga
porque el tendón de Aquiles se torció en la carrera.

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Contar un cuento

Es el país de Irás y No Volverás
donde los relojes marcan el invierno en punto
y sólo en tu memoria habría primavera
si tuvieras tiempo para recordar
Pero sólo hay tiempo para buscar a la reina blanca

Aquí se congela el corazón y no puede romperse
Aquí se congelan las fuentes del llanto
Aquí se congelan las palabras que designan cosas de colores
y sólo sobrevive la palabra de su nombre
Pero tú no sabes cómo se llama la reina blanca

Se sabe poco de la reina blanca:
que habita un silencio sin ventanas
que habita el castillo de Salsipuedes
que habita el lugar del frío

Se sabe poco de la reina:
que es completarnente blanca
que ni pensando todas las rosas juntas
se podría armar un arrebol en sus mejillas
y que ni con todas las alas de todos los pájaros
se podría emigrar de su invierno en punto

Se sabe poco de ella
Pero no necesitas más para buscarla
ni necesitas más para encontrarla
y avanzar alejándote de ella para siempre
y descubriendo que ya no dejas huellas sobre la nieve
y descubriendo cómo pierdes toda prueba de lavida.

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Cuerpo entero

Separar el tacto de las manos
hacia un repertorio disidente
de ejercicios de menos

Tocar sólo tu voz
Después: sólo tu olor
Después: sólo tu luz

Después:
lo inacabado en tu presencia
un desconocimiento.

Y volver a calzarme el tacto
para tocar tu cuerpo
para tocar en tu desnudo
lo desnudo también de desnudez

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