A contraluz de André Cruchaga

Bebo los latidos de la ceniza
En el velorio de los sueños
Roto póstumo
Deshaciendo oráculos
Destruyendo arcos
Subastando lágrimas
Bronces desvaídos
Anillos como gargantas
Nunca fueron hechos los sueños
Sin paciencia
Sin ríos
Sin espigas
Nunca faltó un grano de luz
Un mar de golpes cubriendo la vida
Bebiendo hasta en boca
Ajena
La sangre

Nunca para levantar un alma
Faltaron cuerpos
Hoy lo sé cuando ellos
Construyen el silencio
Y desnudan la tierra
En pleno sol

Nunca para vivir
Ha dejado de congregarse
La muerte todos los días
Con su pañuelo de palpitante río

Nunca he dejado de caminar sin tregua
Sin fuego
Sobre un horizonte de rieles
De peces y pasmos
Y huellas

Nunca dejé de sentir ecos
Paleolíticos
En la osamenta insomne de las esferas

Salvo el frío del grito

Salvo las piedras hondas del vacío…