Para mi hijo
Está bien, te lo diré:
no pensaba en la muerte,
pues si he bajado a los infiernos
era por ver la maravilla
que hasta hace poco era la vida.
Entre el azufre y el espanto
probé otra vez de aquella culpa
para poder seguir viviendo.
Y ya he pagado mi tributo.
Lo que viví vale la pena:
vengo escocido y chamuscado
y aún me rasco y más me hiero
a la salud de los enfermos.