A los compañeros de una generación supuesta de Eduardo Llanos

Colegas, cohabitantes de la misma caleta, malabaristas
del mismo circo pobre en que hoy yo desnudo mi rostro:
afinemos y afilemos este idioma
para el poeta que vendrá
y que será más grande que nosotros
–nosotros los que extraviamos el camino a cada rato,
los que escribimos en vitrina sin siquiera darnos cuenta–.
Trabajemos, hermanos, por el poeta que vendrá,
dignifiquemos este oficio
que también es más grande que nosotros.