A una dama

Tu gracia, tu valor, tu hermosura
muestra de todo el cielo, retirada,
como cosa que está sobre natura,
ni pudiera ser vista ni pintada.

Pero yo, que en el alma tu figura
tengo, en humana forma abreviada,
tal hice retratarte de pintura
que el amor te dejó en ella estampada.

No por ambición vana o por memoria
tuya, o ya por manifestar mis males;
mas por verte más veces que te veo.

Y por solo gozar de tanto gloria,
señora, con los ojos corporales,
como con los del alma y del deseo.