Soy el cadáver del pájaro que arrastra el agua
y la luz que aclara el revés de las altas hojas,
las huellas pasajeras en la tierra fina del camino
y el ruido constante del viento en el mundo.
Este arbol transido de días y los frutos de sus ramas,
aquel nido y las silvestres mariposas.
El oscuro clima del barro. El barro más profundo,
la distancia del pie al cielo. El camino más alto.
No llamo a nadie por su nombre. Estoy sola.
Porque soy la última hora del día,
el agua del riego y la sombra del viejo sobre el campo,
las semillas sonoras de las plantas agrestes
y el amplio oolor del hombre en sus músculos rendidos.
Yo puedo olvidarme volteando el agua sobre las riberas
y ser como el tiempo abandonado en la transparente distancia.
Un poeta en un pueblo cualquiera del mundo.