Me ha engañado el espejo, dulce engaño,
devolviendo una imagen que no es mía;
mi desnudez le ofrezco cada día
envuelta sólo en el vapor del baño.
Nunca me devolvió un reflejo extraño,
sólo a mí, en mi tristeza o mi alegría,
pero hoy vi que tu rostro aparecía
bajo mi pelo de color castaño.
Y al mirarme tus ojos fijamente,
mi piel mojada te sintió presente,
y me abrazó un ligero escalofrío.
Y no sabré decir si mi delicia
vino de tu caricia o mi caricia,
mías tus manos, y tu rostro mío.