Ardicia (I) de José Miguel Ullán

En la noche risueña del destierro, libre ya de la ley y del instinto, un charco de agua clara me detuvo. Moja el dedo cordial trazando un círculo y su humedad al paladar le encasca.
Boca del lobo: donde renace el sinsabor, la palabra acecha. Acre es la música cibal del signo.
Yo le saco la lengua, alargo el paso.