Bien sabes tú que hay alguien que se encarga
de empozar ríos y amargar los mares,
alguien que punza y mezcla en los cantares
el brillo horrible, el ¡ay! de una descarga.
Así nos van las cosas… A la larga
el amor se retira a los lugares
donde el tiempo a la nada erige altares
y la vida a la tuera más amarga.
Sólo los vencedores del olvido,
los que no besan nunca, los que callan
entre puertas del llanto y de la muerte
ellos tan sólo aguantan encendido
su corazón, mientras que a mí me estallan
las venas en relámpagos, sin verte.