¡Ojalá vuelvas a tu desorden, y el mundo al suyo. La asimetría
es juventud. No se mantiene el orden más que el tiempo que se tarda en odiar su carácter de mal. Entonces se avivará
en ti el deseo del porvenir, y cada peldaño de tu escalera desocupada y todos los rasgos inhibidos de tu vuelo te llevarán,
te elevarán con un mismo sentimiento gozoso. Hijo de la oda ferviente, abjurarás del gigantesco enmohecimiento.
Los solsticios cuajan el dolor difuso en una dura joya adamantina. El infierno a su medida que se habían esculpido
los limadores de metales volverá a bajar vencido a su abismo. Delante del olvido nuevo, la única nube en el cielo
será el sol.
Mintamos esperanzados a quienes nos mienten: que la inmortalidad inscrita sea a la vez la piedra y la lección.
Versión de Jorge Riechmann