Cuando abre sus piernas Altair
en la mitad del cielo,
fulge en su centro la más bella noche
concentrada de estrellas
que palpitan lloviéndose en mis labios,
mientras aquí en la tierra,
una lejana, ardiente
pupila sola, anuncia la llegada
de una nueva; dichosa,
ciega constelación desconocida.
Altaír:
Oh, soñar con tus siempre apetecidas
altas colinas dulces y apretadas,
y con tus manos juntas resbaladas,
en el monte de Venus escondidas…