…Era este tu cuerpo, el cual yo viendo,
tan grande era mi miedo y mi deseo
que moría entre yelo y fuego ardiendo.
Pues ya de tu alma si escribir deseo,
tanto he de andar por lo alto rodeando
que habrá de ser perderme en el rodeo.
Andaré pues, así como trazando
las figuras por sí, sin las colores
la obra por mis fuerzas conformando.
No basta amor, ni bastan los amores,
a levantar tan alto mi sentido
que muy bajos no queden mis loores.
El saber de tu alma es infinido:
¿cómo podré de vista no perdelle,
con este mi entender que es tan finido?
harto será de lejos sólo velle;
y aun este ver será en mí tan confuso
que su bulto veré sin conocelle.
El cielo acá en el mundo te dispuso
con obra tal que, al tiempo que te hizo,
el bien que en él pusieron en ti puso…