Carta a de Dolores Etchecopar

y ahora que un gran fuego de palabras
mueve la campana del desierto
(mientras unos niños agitan banderitas
en los patios lanzados por la memoria hacia la noche)
ahora locamente
te esperamos
yo y la cerda chillona
aquí donde sólo cantará aquel invierno
en mi boca desaparecida