De besos y abrazos
no nacen muchachos,
pero tocan a vísperas.
Como avispas: picantes
y enojosas
enaguas blancas entre negro y negro
(y rosa y rosa muslos hacia el alba
casi azul de tus ingles),
cuando corres.
¡Aire! ¡Aire!
(El viento frío y azul la tarde).
Dicen
que te dejas besar en los portales
y abrazar la cintura.
¡Aire! ¡Aire!
Me callaré tu nombre,
pero escucha:
de besos y abrazos
no nacen muchachos,
porque no eran los míos.