Confesión del tiempo de André Cruchaga

«¿Qué tierra es ésta?
¿Qué violencias germinan
bajo su pétrea cáscara,
qué obstinación de fuego ya frío,
años y años como saliva que se acumula
y se endurece y se aguza en púas?»
Octavio Paz

Inventé el aguardiente
Para quitarme las imágenes
Del miedo
Y desprenderme del horror
Que provoca la historia

Siempre anduve entre escombros
Espectro de sueños
Apagándose
En la espuma sangrienta
De húmedos pájaros
Descendí a la tierra
Ensordecida
A la novena extensión
De los vitrales
Donde el cáliz del halito
Se vuelve piedra
Por montañas de ceniza

Jamás renegué de las ciudades
Cansadas por el plomo
Ni por el abismo
De las persecuciones

No hubo plenitud. Hubo noche
Noches con todos los paisajes
Borrados
Noches de matochos
Noches sin gargantas
Tragando sin ojos
Las palabras degolladas
De la sangre

Correlación de noches
Con ecos de acero
Hombros sin cabezas
Coagulados de sombras
Inventé la ESPERANZA
Y ella salí vestida
De crepúsculo
Inventé el ardor
Y me salieron pústulas:
Estrellas dolorosas
Lamiendo el luto de la intemperie

Me quise inventar
Y ya no hallé senos
Ni lunas
Ni tierra baldía
Sino calladas tumbas
Tumbas calladas el destino
Junto a las piedras
De nuestras desnudas ansias

Me di cuenta que el tiempo
Es así mientras la noche
Lo acecha
El tiempo sangra a solas
Como la luna menguante
De los disfraces:
Su boca es más voraz
Que la del hombre
Su boca pero también
Su memoria
Que tiene laberintos
Como los rascacielos.