cuando alcance a romper a alfilerazos
la estrella que no alcanzo y sus pedazos
me vistan de coral enardecido;
cuando mi grito ceda a tu gemido
y el silencio se pueble de retazos
de cielo azul y puro, entre tus brazos…
me sabré , al fin, del cuerpo, redimido.
Cuando la noche calle por nosotros
y amanezca de un golpe; cuando no haya
mas llanto, agriando el sol, en mi ventana;
cuando corramos, liberados potros,
la primitiva y siempre misma playa…
ya no temeré más: será mañana.