De «Antes que todo es mi dama» de Pedro Calderón de la Barca

Viendo el cabello, a quien la noche puso
en libertad, cuán suelto discurría,
con las nuevas pragmáticas del día
a reducirle Cintia se dispuso.

Poco debió al cuidado, poco al uso,
del vulgo tal la hermosa monarquía;
pues no le dio más lustre que tenía,
después lo dócil, que antes lo confuso.

La blanca tez a quien la nieve pura
ya matizó de nácar a la aurora,
de ningún artificio se asegura.

Y pues nada el aliño la mejora,
aquella solamente es hermosura
que amanece hermosura a cualquier hora.