De «Desplazados del paraíso» de Antonio María Flórez

I – Paraíso

Un día de estos
cuando el tiempo no pase sobre el tiempo
Un año de estos
cuando el tiempo no sea tiempo
Un siglo de estos
cuando la nieve
no sea invierno
ni el amor
la primavera
entonces podré decir
que el Paraíso
fue una hermosa ilusión
en la mente de Dios.

1
Ese lugar
que tú mencionas en tus sueños,
sigue ahí,
donde siempre estuvo.
Pero la lluvia aún no llega
para lavar las cenizas ni la sangre coagulada
de lo que fuera el dintel de tu casa.

2
Mi madre
me daba besos
y mi padre libros;
así me iba la infancia,
navegando en sueños.

* * *

II – La huida

Ya los griegos pensaron que un remo contra el agua es
una alucinación de los esclavos,
¿quién no hasido mordido por un sueño en ropaje
de humo?
José Antonio Gabriel y Galán
«Alguien ha huido»

12
Ella los mira
y los espera con paciencia.
Ya llegarán.
Huyen ellos del dolor y de la muerte.
Y así se les van los días (y las noches).
Se les va la vida. Fugitivos amantes
de recuerdos y rencores.

13
Acostarse lentamente
sobre la hierba:
a morir o a soñar.
Así no más.

* * *

III – La muerte

Tú, noche, que eres la última entre las últimas
flores de la tiniebla, cuyo tallo se empapa aún
de las tintas negras del crepúsculo, préstame
tu canto abrio de silencio…
Nuno Júdice

«Simulación de la muerte»

23
La muerte es algo más que un canto alrededor de tu cuerpo
putrefacto, de tus insatisfechos anhelos y deseos, de tus podridos
rencores, de tus sueños insanos y concupiscentes, de tu aguada
materia de tercas obsesiones. La muerte. La muerte no es la
imagen que de ti guardarán los que te arrullan con su treno
monocorde y basto, no es el túmulo mineral y licuescente en que te
irás convirtiendo, no es la nada que tú tanto temías o el todo que
tanto esperabas. La muerte.

24
La muerte es y no es, la muerte. La muerte es lo que es.
La muerte.

* * *

IV – Tocando a las puertas

Cuando deseamos la nada, estamos inventando el olvido.
Mas esto nos es dable contemplar
en el borroso espejo de la vida.
Francisco Brines
«Identificación en un espejo»

28
Esta calleja
da a un prostíbulo
con olor a néctar
y a perfumes turbios.
La miro de frente,
pero se escabulle en el reverbero
de las sombras. Pasa a mi lado
y no la siento. ¡Qué ciego estoy!

29
Muchachas de sonrisa vaga
y labios audaces,
esperan en los muros. Sus piernas
desnudas son blanquísimas
a la luz amarillenta de las farolas
de la medianoche. Marineros,
soldados y beodos
pasan en lujuriosa procesión
ante sus altares. Rezan canciones tristes
de amores idos y dolores presentidos.
Pecarían por unas monedas,
pero en el fondo siguen esperando
a ese rubio muchacho que un día
les mostró el camino de Europa
y les prometió volver para enseñarles
el sentido equívoco de los vientos contrarios.

32
Es una locura
caminar por estas calles,
así,
tan peligrosamente.
pero a eso me obligas,
buscándote, mujer,
sin esperanza.

* * *

V – Perdido amor

Porque seremos eso Vivos
jamás muertos Enamorados
Pere Gimferrer

«Mascarada»

34
El amor es eterno
mientras dura,
dijo el poeta con sabia hondura;
y siendo nosotros mariposas, arañas
o mosquitos -lo que es leve y fugaz-,
¿cuánto durará esta eternidad
que ya nos desborda y hastía?

36
Ella cantaba un fado.
Y las luces mortesinas del amanecer,
-desnudas sobre su cuerpo-,
temblaban. Era la ardiente saudade
de aquellas manos ya ausentes.

38
Agonizo.
Es mi vida una batalla perdida.
¿Qué puedo decir?,
lo he dado todo por ella. Todo.
Una herida cerrada es la única huella,
y su olvido. Su olvido que se adorna
de ínfimos desprecios.

43
Todas las cosas
que fueron tuyas
ya no son tuyas.
Así es.
Tan frágil la vida,
tan terca la nada.

44
Ese lugar
que tú mencionabas en tus delirios,
ese país sin nombre del que huiste,
ya no es más testigo
de tus sueños y juegos preferidos.
La lluvia arrasó con todo,
con las huellas, las raíces, el amor y los caminos.
Ya no hay retorno.

45
¿Y la mujer que amabas?
Las aguas me llevan ciudad adentro,
y la dejo atrás, sin nunca irme.
Desterrado del paraíso.