De «Lengua de cal» de Félix de Azúa

I. Geschrei

Geschrei (clamor)
el rey del bosque, único
hombre del bosque y rey
waldgeschrei ( clamor del bosque )
rey de la voz
voz del bosque es el hombre
voz cuando el bosque se cierne
freudengeschrei (alegre clamor)
risa del bosque, bosque sin palabras
bosque es palabra del rey: palabra del silencio
ein stilles leben (una vida en silencio)
por ser habla del bosque
y por ser bosque ein stilles leben ist es
( entonces el silencio es vida)
del bosque por la voz del rey.

¡Oh rey! ¡Padre del bosque!
tú, tú mismo
ein zeichen deutungslos (un signo sin sentido)
en el bosque sólo como clamor
creador, explicador del bosque
nada para ti mismo, nada para nosotros
ein zeichen sind wir, deutungslos
(nosotros, un signo sin sentido )
nosotros tras el árbol
nosotros tras el que sólo es trazo
sprachlos und kalt (mudo y frío)
el clamor de la nada
nada muerta en el trazo
que todo el bosque busca.

* * * * *

II. Por toda referencia…

Por toda referencia
en el paisaje que la nieve ha cubierto

(las sombras ahora resplandecen)

borrado incluso el trecho
donde antes caminara el sacerdote,

un hombre busca el norte, el sur,
el este y el oeste.

El hombre, único en el paisaje,

busca el norte y el sur
y el este y el oeste.

* * * * *

III. Así suspenso ni crucificado…

Así suspenso ni crucificado
ni en fúnebre meditación ni en cruz
ni en sepultura
suspendido
en perpetuo descenso
la figura está inmóvil tras ochocientos años.

Crueles escultores y conversos
que acudían y un mísero ladrón
le mantienen en perpetua agonía.

Mil años de madera
lo contienen a medio caminar
del fracaso y del triunfo:

ni cadáver ni resucitado,
más allá de los hombres
sin llegar a los dioses.

* * * * *

IV. Aquí hace mucho tiempo bailaba Halicarnaso…

Aquí hace mucho tiempo bailaba Halicarnaso
las Nereidas bailaban
yo bailaba.

Pero las cosas rnueren
no por lluvia ni viento ni terremoto o turco,
sino cuando la vida deja de poseerse
y el amor.

Hoy volví a este lugar
y a la cuádruple cabeza de caballo:
vive el trabajo, no el trabajador.

¡Friso animado, Fidias muerto!

Estas cuatro cabezas, pero
¿y el cincel y el antebrazo de los escultores?

Aquí está la Nereida
no mi cuerpo.

Aquí está el Partenón
¿y Fidias, dónde está?
Sus hijos siguen
abrazados a cabezas de mármol,
como yo a este lugar.

Ha pasado la vida
y la danza.

* * * * *

V. Yo no sé qué esperamos los unos de los otros…

Yo no sé qué esperamos los unos de los otros,
ni la razón para tener a mi mano como un fiel aliado.

Nada puedo esperar de una mano
capaz de señalar al justo y al perverso
o escribir poemas en las habitaciones
de un verano impregnado de vino y sal y sangre.

Sólo, quizá,
recordar otra gente
que ahora se arrastra entre pájaros muertos
y vivir seriamente un calendario
cuyas mentiras apenas disimulan
lo efímero de su numeración.

* * * * *

VI. Un poco de silencio es ya todo silencio…

Un poco de silencio es ya todo silencio
sobre la arista jónica y el zodiacal
Júpiter
olímpico molesto por el ángulo recto
hace resplandecer su dentadura de truhán

«Mira ( dice) aquí pongo yo la palabra»

grabada como el famoso ruiseñor
para un emperador dormido

y aunque la devoremos
queda allí la palabra luciente como aceite
y la palabra no es el acto

la palabra no es el acto
y un poco de silencio es ya todo silencio.

* * * * *

VII. La estepa/algo insultante para aquel…

La estepa/algo insultante para aquel
que tenga en mucho el límite
y mire con sus ojos/otros ojos/hay ilimitados

para el rojo de aurora/el rojo de crepúsculo
el mismo rojo ilimitado/para el pámpano
para el pámpano un rojo/para la hoja del rosal naciente

insultante si se tiene en mucho
que las hojas son verdes
en casi todas partes/para una creación de los ojos

más creaciones/hay ilimitadas
para rojos rosales brotando
o viñas que agonizan en otoño

pues todo es de ese rojo
en el límite que no limita nada/la nada.

* * * * *

VIII. Silencio…

Silencio
el recuerdo un estruendo
Inuchos vasos de agua no hacen olas
la sed es un estruendo

allí va Maritornes
muchas que van
no hacen una palabra
tener es un estruendo

la voz no es mía
muchos míos no hacen un yo
el estruendo de un yo
no ensordece más que a su poseedor.

* * * * *

IX. El hombre hace por parecerse al hombre…

El hombre hace por parecerse al hombre
y así escribe palabras
palabras para el hombre
que nacen para nadie que alrededor
vigila como muere y su necesidad.

Mira a su alrededor
y gime y se golpea la boca con los pies
pero el hada le dice:

«Tú
miserable que has visto
perecer tu contorno,
has dicho a tu paciencia:
vivo yo
y es casual que los demás también».

* * * * *

X. Dignidad del constructor de dólmenes…

Dignidad del constructor de dólmenes
para ellos un solo padre

hombres robustos e implacables
que no sólo cazaban

enormes piedras de mucho peso
que fueron levantadas en un instante de concentración
con talento de fundadores

mujeres ollas
leños que humean bajo el barro ardiente
mujeres y pedazos de tocino cortado
flotando entre burbujas

ellos los que sellaron el limo de la tierra
en la primera copa producida
como masturbación

para ellos una sola mujer
como el campo abre sus piernas al guisante

entre rebaños de animales
hoy desaparecidos como el idioma del desierto
entre animales

levantaban en silencio sus gigantescas piedras
siempre

muchos de ellos alrededor de una piedra
durante mucho tiempo

de varias piedras
que levantaban con ingenio

y con ingenio una vez levantadas
mirarse y en silencio
y salir a la caza y sembrar y mirarse
y cazar y en silencio durante trescientos mil años.