Perdida la ocasión en las batallas,
años después, hombres y niños esperábamos
un desembarco salvador.
Se poblaban las playas de miradas,
los sueños, de navíos.
Pero nadie venía a destruir
la tiranía del silencio.
Nada en el horizonte de color Normandía.
Sólo espuma en la orilla y tierra inhóspita
bajo los pies descalzos, anhelantes
y acobardados.