Hoy mi halcón degollador
en las embriónicas aguas
busca espiritosa noche
para clavarle las garras.
El crimen del paraíso
siendo negro y siendo blanco,
es congruente silogismo
entre Sanguinario y Santo.
Tamborilea la lluvia
con deditos de agua clara
hierba nueva en el Edén
y musgo de la esperanza.
Luego, empieza a anochecer
por donde voy caminando;
incompetentes y torpes
salen a brincar los sapos
No culpen la reacción
cataléptica de mi alma,
si mi pico meneador
les destroza la garganta.
La madrugada impostora…
con pisadas de geranio.
turistea en un papel…
donde no puse la mano.
Mi cernícalo reflejo
en pesadilla adversaria
deja un azul Vaticano
para salir a matarla.
Y el cántico de mi halcón
vuelve de nuevo al trabajo
con viejos números griegos
en su garganta de mármol.