Dime, Señora, di,
cuando parta de esta tierra,
si te acordarás de mí.
Cuando ya sean publicados
mis tiempos en mal gastados
y todos cuantos pecados
yo mezquino cometí,
si te acordarás de mí.
En el siglo duradero
del juicio postrimero,
do por mi remedio espero
los dulces ruegos de ti,
si te acordarás de mí.
Cuando yo esté en la afrenta
de la muy estrecha cuenta
de cuantos bienes y renta
de tu Hijo recibí,
si te acordarás de mí.
Cuando mi alma cuitada,
temiendo ser condenada
de hallarse muy culpada
tendrá mil quejas de sí,
si te acordarás de mí.
Dime, Señora, di,
cuando parta de esta tierra,
si te acordarás de mí.