Dios te salve, ternura de Carlos Murciano

Donde el poeta compone, de otras muchas, una oración por la amada y el hijo que esperan

Dios te salve, ternura, que ahora me llevas a la
derecha de mi vida; adonde ella me crece,
ala mía derecha, ala de lo que tuve
o bien pude tener de ángel celeste o niño.
Dios te salve, muchacha que ya tengo por mía,
que en esto que me suena del lado izquierdo -¿ala
segunda, roja, fuerte, poderosa?- me anidas.
Dios te salve, Dios mismo, y Dios me salve el verso,
la oración que de escombros de oraciones levanto:
Padre nuestro que estás en los suelos del hombre.
hoy te pido por ella, porque es niña y no puede;
dulce Santa María, madre de Dios y nuestra,
hoy te pido por ella, porque es niña y no sabe;
vírgenes que por vírgenes alcanzasteis lo eterno.
bendecid este fruto primero de su vientre;
mártires cuya carne el amor desgarrara,
conservadme la suya de gacela temblando;
ángeles, serafines, levísimos arcángeles;
prestadle vuestro peso para que no se venga.
En el nombre del hijo que alberga, preservadla;
el nombre del hijo derramad la alegría.
Y si algo pudo haceros que merezca castigo
-y perdonad si dudo que tan niña pudiera-,
en el nombre del padre descargad vuestra furia,
en el nombre del padre -ya sabéis cuál es: Carlos
descargad vuestro justo latigazo de ira.