Si Venus Afrodita hablase un día,
dijera así: «Sed, pechos maternales,
sagrados y serenos manantiales
de paz, de amor, de leche y de poesía.
Sed, caderas, que iguala la armonía,
santo molde de razas inmortales;
sed, labios, aromáticos panales
donde los besos zumben de alegría.
Sed, manos, como rayos de luz pura,
que donde toquen viertan la hermosura;
sed, amplias frentes, llamas generosas.
Y sed, ojos de vivos resplandores,
ríos de luz, d-e músicas y flores,
que entero el mundo coronéis de rosas.