Dos sueños. El primero preguntaba:
¿cómo es tu rostro ahora?:
¿qué son tus labios? , decía,
¿o aquello a lo que osaste sollozando
a una luz de crepúsculo?
Más claro te veía el otro:
una rosa o un trébol,
tiernos, dulces -un maravilloso
antiquísimo conservador de mundos
de las formas de concha de la mar.
¿Va a llegar aún otro?
Estaría lleno de tristeza:
un sueño de la concha
que ha empezado a brillar,
la concha tomada de las aguas
y llevada a otro mar.
Versión de Eustaquio Barjau