El hombre que despierta y ve su imagen
reflejada en el fondo del espejo,
retorna de otro mundo;
es un resucitado entre los muertos.
Resurge de la cama
destruyendo los montes de las sábanas;
el sueño se desploma de un último aletazo,
los elásticos muslos
generan nuevamente
antiguos ademanes.
Los párpados hinchados,
oceánicos, dolidos
por monzones de pájaros sin rumbo.
Oye voces domésticas,
ruidos difusos,
andamiajes de música y palabras.
Afuera el día,
semejante a una araña
de luz y de sonido,
recomienza a trepar entre las casas.