Las ruedas rechinan en la curva de los rieles
Implacablemente.
Pero yo salvé de mi naufragio
Los elementos más cotidianos.
Mi cuarto resume el pasado de todas las casas
que habité.
En la noche
En el duro corazón de la ciudad
Me siento protegido.
Desde el jardín del convento
Viene el trinar de la coruja.
Dulce como arrullo de paloma.
Sé que mañana cuando despierte
Oiré el martillo del herrero
Golpear animoso su canción de certidumbres.