En esa noche Pablo
besó aquel cuerpo muerto muchas veces,
acarició sus muslos,
los labios deshojados,
la ternura del sexo impracticable.
El vientre entumecido,
la gangrena incipiente apenas florecida,
el algodón del llanto,
la breve remembranza
de algún lunar dormido para siempre.
Sarcomadekaposi
precipita los cuencos enfermizos.
Tramos decrepitud,
rescoldos del amor,
limaduras de frío.
Lámpara que entenebrece,
hurgando para siempre
en el desván de las heridas.
Las sienes astilladas
los párpados hinchados que enloquecen
después de la ceguera.
La sutura violácea que entraña el corazón a la deriva
-pequeñas incisiones-
La oscura luxación acaecida
al final del dolor.