En los claustros, al norte de Manhattan de Víctor Sandoval

En los claustros, al norte de Manhattan,
existe un unicornio en cautiverio.
Preso en los tapices franceses
del siglo XVI,
alanceado,
mordido por los perros,
golpeado por los amos de los perros,
galopa entre los muros
y se duerme de pie.

Suena el cuerno de caza de Manhattan,
el subway cuarteado de grafitos.

Las flores del patio de Los Claustros
tendrán este verano
su áspera reunión de adormideras
y colores.

Arriba del ombligo de Manhattan,
cerca de las cuatro de la tarde,
el unicornio luce
ya libre del acoso,
radiante y feliz sobre las sedas.
Una doncella le acaricia
el cuerno de marfil
(a los unicornios se les conoce
por sus buenas intenciones)
—Andirú, andirú,
brama la bestia pura
y miles de espejos se desprenden
de las Torres Gemelas.
—Andirú, andirú,
y toda la ciudad se estremece de gozo.