Extravíos de Enrique Jaramillo Levi

I
Como pechos violentos desbocados
hacia manos disponibles, temblorosas;
hacia labios cuyo asedio ya no es necesario.

Como risas desatadas por las noches
cuando llueve y corriendo por las calles
destilamos efímera alegría.

Como flores contráctiles extrañas
halladas de repente
donde uno menos las espera
-¿en el fondo de un sueño?-
y su presencia nos seduce
aún al despertar.

Como sendas que nos llevan
a sitios impensados
en donde ocurren hechos
ajenos a nosotros,
pero ya no deseamos regresar
o no nos dejan.
Como soltamos las amarras,
el pelo, las ropas asfixiantes,
los deberes que se asumen por costumbre
cuando anochece una mañana
o al mediodía caen pájaros gorjeando calamares
desde un cielo enrarecido de presagios.
Así son los extravíos de esta historia
que me teje a su antojo
y me despeña
de mí mismo
cuando encuentro tan cambiado
aquel rostro del espejo,
las viejas fortalezas
del espíritu.

II
No hay secreto sin destino.
y sin embargo me contemplo otro
al perderme en el temblor de líneas
no siempre paralelas,
más bien convergentes,
que apuntan hacia un final
en cuyo vértice
-incógnita abierta-
puede esperar cualquier cosa:
Dios, la tragedia,
la nada sin fisuras
o una pequeñísima gota
de plenitud
en tus brazos.