Un hombre bello entra en el vagón del metro
por un momento lo miro intrigada
pues me recuerda a ti
rubio, alto y escandalosamente joven
(pienso escandalosamente
al mirar mi rostro en el vidrio)
Él ha sentido el deseo que te llama en mis ojos
ha sentido desnudado su torso
(al que imagino sólo por comparación con otro
que eres tú).
Sonríe desde el fondo
recibe el elogio con interés
pero yo temiendo el deseo
desvío mi rostro indiferente
hacia el hombre sin piernas
que pide una limosna
Tu doble desilusionado
se lleva mi suspiro y sale
completamente anónimo
en la siguiente estación.