Ella se puso ante mis ojos.
Fué uno de esos días
que iba cantando en mi la vida
una canción de adolescencia.
Ambos temblábamos como niños
ciegos por un deslumbramiento.
En nuestras bocas las sonrisas
fueron mensajes de esperanza.
En nuestros ojos las miradas
iluminaron como fiesta.
Sus ojos me hablaron de cosas eternas,
Su boca me hizo conocer el sabor de la vida.