Aprendí de los clásicos
a no esperar nada de nadie
y todo lo que en el misterio
se madura… probarlo.
Ya no soy jardín, pero aún hay algo de hierba
después de los cuarenta años.
Frutos salvajes porque ni el árbol de la vida
ni el del conocimiento, volvieron a crecer.
Antes el incendio de la juventud
lo devastó todo.