Iba, blanca y tierna, entre
los brotes rubios y verdes…
A donde daba su frente,
oriente era. Lo fuerte,
a su mudo pasar leve,
se caía, vano y débil.
Estaba encima y ausente
de todo, y todo, envolviéndole
el corazón transparente,
la hacía una y perenne,
como la vida a la muerte.
-Como a la vida. Su nieve
era inmortal y celeste.
Nevaba del suelo al cenit.
Pasó, sin irse. Indeleble
y absorto, quedó el presente
mirando su huida, siempre…