La confidencia de Gabriel Ferrater

Todas las luces de la noche están dentro de los trozos
de hielo, que nos repartimos y no bebemos.
Nos lo hará saber. En todos los detalles
lo hemos de saber: cómo la violaron,
y el pasillo del colegio se volvía
un vado de piedras secas, y los buitres
explotaban en el aire como las gotas
de gasolina en los pistones. Hay quien
sabe sufrir más que los demás. Todos querríamos
sentirnos delgados y juntos, hacernos un haz
de juncos y abrigar las blancas médulas
con frescores de musgo. Hay uno
que sufre más, hasta que levanta el perrito
y se lo tira a la cara, y ella se derrama
por el suelo, blandamente. Un charco redondo
de baba y piedad de ella misma.
Y no podemos hacer nada. Debemos esperar
a que alguien proponga que nos marchemos.