Cuando tú llegues no estaré yo, amiga
extraña, no veré tus ojos tristes.
Nunca podré, contra lo que se diga,
levantar el tapiz con que te vistes.
Sé bien, amiga, que eres sólo invento
de quienes siempre temen a tu nada.
Voy a creerme una vez más el cuento
de que eres una oscura enamorada.
Aún estando tan cerca no nos vemos
y nunca besaré tu boca muda
porque tu tiempo no es el que yo vivo.
Te llamo amiga y no nos conocemos.
Te pienso igual que a una mujer desnuda
y te ofrezco la mano con que escribo.