Por la natal Saboya, enhiesta y fría,
ríos que lloran, gemebundo viento;
de hierros y furores sordo acento:
Madame de Lamballe en la Abadía.
Los cabellos, nó más -oro y argento-
cubren su desnudez sobre la vía;
y el cuerpo, tibio aún, palpa y espía
feroz sicario de mirar sangriento.
Fina la piel, del lirio la blancura
tiene el cuello, y una risa que perdura
agoniza en la dulce boca inerte.
Ojos marinos, bucles que despeina
el viento: Id al Temple y a la Reina
dadle los buenos-días de la muerte.
Versión de Carlos López Narváez