¡Qué tarde regresas!… ¿Serán las benditas
locuaces amigas que te han detenido?
Vas tan agitada!… ¿Te habrán sorprendido
dejando, hace un rato, las casas de citas?
¡Adiós, morochita!… Ya verás, muchacha,
cuando andes en todas las charlas caseras:
sospecho las risas de tus compañeras
diciendo que pronto mostraste la hilacha…
Y si esto ha ocurrido, que en verdad no es poco,
si diste el mal paso, si no me equivoco
y encontré el secreto de esa agitación…
¿Quién sabrá si llevas en este momento
una duda amarga sobre el pensamiento
y un ensueño muerto sobre el corazón?