En su lecho, prisionero,
Yace Atahualpa dormido;
Mas despierta, se incorpora,
Arrojando al aire un grito.
-«¿Quién me toca con sus manos?
¿Quién me llama con gemidos?
¿Qué visión de los sepulcros
Turba mi sueño tranquilo?»
-«Quien te llama y te despierta,
Quien suspira en tus oídos,
Es Huáscar ¡ay!, es tu hermano,
Es el cadáver del río.
En vano sueñas rescate
Y el real poder antiguo;
De mí piedad no tuviste,
No la tendrán, no, contigo.
A la tierra de los muertos
Pronto irás, bastardo inicuo:
Atahualpa, fui delante
Para enseñarte el camino».
La adusta sombra de Huáscar
Se disipa de improviso;
Atahualpa se estremece
De mortal escalofrío.