Lamentación por una perra (2) de Eduardo Lizalde

La perra más inmunda
es noble liro junto a ella.
Se vendería por cinco tlacos
a un caimán.

Es prostitua vil,
artera zorra,
y ya tenía podrida el alma
a los cuatro años.

Pero su peor defecto es otro:
soy para ella el último
de los hombres.