(para Julio Ricci, in memoriam)
Sobre estas piedras
tomadas de cualquier calle
habrán de abrirse
los pasos extranjeros.
En cada suela de estos
esos aquellos pies
se acumulan sedimentos
de toses perdidas
y babas de gorriones enfermos
y lágrimas de caracoles condenados
y las migajas de un rostro
que no podremos contemplar
bajo ninguna lluvia.
Sobre cada pedazo de polvo
asentándose en estas piedras
daremos fundamento
a las letras y signos
y fechas y números que serán
la resta y la suma
de un silencio de dientes marchitos
de una sola y faltante figura
oliendo su sombra
entre las viejas playas.
Breve es cada ceniza
que forma los íntimos tejidos
de la hembra de la piedra.
El zapato extranjero
empieza a quebrarse
mientras abandona sus pasos
en los olores
de las mismas calles sin memoria.