Ya acudes a tu cita misteriosa
con el inquieto mar, luna constante,
y asoma las playas de Levante,
hostia de luz, tu cara milagrosa.
En la onda azul, cual nacarada rosa,
se abre tu seno con pasión de amante,
y dibuja un reguero rutilante
tu pie sobre la espuma en que se posa.
El agua, como un tálamo amoroso,
te ofrece sus cristales movedizos
donde tiendes tu cuerpo luminoso.
Y al ostentar desnuda tus hechizos,
el mar, con un abrazo tembloroso,
te envuelve en haz de onduladores rizos…