Es fruto agraz al paladar
y sedoso para los labios
que han conocido su contorno
y percibieron la afluencia.
Ella jugaba aquella noche
cautivada por la ternura
de una voz que a su decisión
sólo dijo: si tú lo quieres…
Ahora le obliga a que la mire,
para que vea lo que es suyo
y lo que luego ha de perder
cuando se aparte de sus ojos.