No, no te conocieron
las almas conocidas.
Sí la mía.
¿Quién eres tú, dinos, que no te recordamos
ni de la tierra ni del cielo?
Tu sombra, dinos, ¿de qué espacio?
¿Qué luz la prolongó, habla,
hasta nuestro reinado?
¿De dónde vienes, dinos,
sombra sin palabras,
que no te recordamos?
¿Quién te manda?
Sí relámpago fuiste en algún sueño,
relámpagos se olvidan, apagados.
Y por desconocida
las almas conocidas te mataron.
No la mía.