Si tú fueras agua, yo quisiera ser
la copa de plata que te abrazaría;
o en tus humedades me sumergiría,
íntima, adaptable, profunda mujer.
Si tú fueras tierra, yo sería el pie
descalzo y ligero que no te oprimiera;
y en tu surco haría ardiente sementera
que me diera un día lo que en ti sembré.
Si tú fueras aire, yo seré la rama
bajo tu caricia temblando en mis hojas,
y si en recio soplo de ellas me despojas,
verás que mi abrazo desnudo te llama.
Y si fueras fuego, yo he de ser el leño
que tus lenguas lamen, que tu ardor calcina,
y si mi ceniza el viento arremolina
en él dormiré el definitivo sueño.