Los nevados muertos,
bajo triste cielo,
van por la avenida
doliente que nunca termina.
Van con mustias formas
entre las auras silenciosas:
y de la muerte dan el frío
a sauces y lirios.
Lentos brillan blancos
por el camino desolado;
y añoran las fiestas del día
y los amores de la vida.
Al caminar, los muertos una
esperanza buscan:
y miran sólo la guadaña,
la triste sombra ensimismada.
En yerma noche de las brumas
y en el penar y la pavura,
van los lejanos caminantes
por la avenida interminable.