Están aquí en la noche
más jóvenes que nunca, albores de sus venas,
fulgores de sus ojos inviolados:
llamas que arden sin arder, pies y manos
sellados por el óleo:
esplendores que giran sin moverse
con el sol nocturno que corona sus cabezas:
interminables cuerpos
de fuego que se extingue y no se extingue;
transparentes de ser cuerpos
que nos tocan:
bocas gloriosas que desprenden estrellas:
están en todas partes y no están en todas partes,
y están sin espacio,
sin espacio sin espacio sin espacio
de nunca estar estando: ágiles
como todo el relámpago: purísimos
de ser siempre nuestra compañía: tiernos
cuando nos tocan en el sueño,
cuando nos besan y decimos que es la brisa.
Están aquí para que los miremos sin mirarlos,
los únicos que nos borran la tristeza de estar vivos,
los únicos que nos dicen que a la Casa no hemos regresado.
Están aquí más jóvenes que nunca
en sus radiantes cuerpos,
en sus perfectos cuerpos esta noche,
vestidos por el agua y por el fuego,
más jóvenes que siempre en la sustancia de la luz,
los Resplandecientes.