Allí donde se agrupan los tenderetes blancos
de los libreros, con mercancía escasa
y a menudo banal;
allí donde más claramente se confunden
palabras y monedas, el desdén y el olvido
hacia autores triviales;
allí donde se mezclan muy raras ediciones
con el libro vulgar;
allí donde está escrita la sombra de una mano
no diestra en dar memoria de su mundo,
no templada en el arte,
que es incierto, y de trato difícil;
allí donde los libros son apenas mercado
de la desolación,
de un hermoso fingir lo que no es cierto
ni tiene falsedad y poco importa,
la sensación de vida es algo extraño
y un gesto no muy noble, allí la vida.