“… la huida la ciega huida la mía la verdadera…”
Y arrojaré mi vestido sobre la arena aún tímida
triunfará mi pie sobre la ola
que fiera abrazará mi cuerpo.
Toda, mi piel será presa dócil
moldeable bajo tu tacto aún no sometido.
Y ya no habrá más encuentros con tu orilla
porque no me pertenezco en ella,
sólo habitará mi oído
el silencio de tus límites
y mi huida.
Y sabíamos de la llama extinguiéndose en su propio fuego
y del recuerdo siendo caballo desbocado en la memoria
del tiempo
y de la herida que profunda se abre indolente y perpetua.
Mas recorrimos juntos esa entrega,
y vivimos la noche con el desasosiego
que ofrecen los sueños inacabados,
tu noche y la mía se presentían.
Fuimos cómplices hasta el final.